Capítulo 8 – Diagnóstico: asesinato

En la última entrega descubrimos la causa de las intoxicaciones: tetradotoxina. Además, las policías encargadas del caso averiguaron que una clienta, una delegada comercial y un repartidor aparecen en los tres escenarios del crimen.
Dani Carazo
Dani Carazo

Daniel Carazo
Veterinario
Wecan La Colina

La citación a los que estuvieron presentes en las tres clínicas veterinarias, excepto al ya interrogado inspector de Presvet, se tramita por la vía de urgencia. Un coche patrulla se encarga de recogerlos y llevarlos a la comisaría de San Blas, donde Leire y Lucía esperan impacientes.

La primera en llegar es la señora Requesens, la que llevaba al gato con problemas digestivos.

—Sí —explica la anciana—, claro que los vi a los tres, y a más veterinarios. Desde que falta mi marido, mi pobre Félix está deprimido y ningún veterinario me sabe decir qué puedo hacer. Yo creo que solo quieren sacarme el dinero: pruebas, pruebas y más pruebas… todos igual.

—Entiendo —se pone de su parte la inspectora, que pretende así que hable más—. ¿No le gustó a usted ninguno de ellos?

—Son majos, pero mi Félix sigue triste y a mí me preocupa, por eso pregunto a todos los del barrio.

—¿En la consulta al menos fueron agradables?, ¿la trataron bien?, ¿hablaron de algo más que de su Félix?

—Ay, hija —suspira la señora—, yo estoy muy sola y ellos me escuchan. Me viene bien salir de casa. No se crea que, aunque no me den soluciones, yo soy muy agradecida y les suelo dejar alguna estampita, o unos Sugus… ¡Lo que puedo con mi pensión!

—¿Y eso? —interviene Lucía— ¿Por qué les deja algo?

—Es que al final, yo creo que para que me calle no me suelen cobrar la consulta, y a mí me da vergüenza.

Acto seguido, y sin tiempo a que las policías pongan en común sus impresiones, reciben al repartidor de medicamentos: un ecuatoriano que llega sudoroso y vestido de uniforme.

—Llevo pedidos a esas clínicas —confirma—, igual que a todas las del distrito.

—¿Y es usted bien recibido? —esta vez es Lucía la que dirige el interrogatorio.

—Protestan mucho, sin ninguna razón. Voy todo el día corriendo, soporto atascos, cargas pesadas y no tengo horarios. Si les pillo cuando van a cerrar me echan la bronca. ¡A ellos los quiero yo ver todo el día en la furgoneta! Son unos empresarios engreídos, como mis jefes.

—Hombre, entenderá que se quieran ir a casa.

—¡Yo también! Y a mí no me hacen regalos —ante la sorpresa de las policías, el ecuatoriano sigue hablando— Se creen que no lo sé, pero entre los pedidos siempre hay algún regalo de la empresa. Suelen ser dulces… Y si tengo que confesar algo es que a veces me tomo alguno.

Por último, la que accede a la sala de interrogatorios es una mujer de treinta y pocos años, delgada y con una cuidada melena rubia que realza sus ojos verdes; es la delegada comercial de Pharmavet.

—¡Puf! ¿Que si visito las clínicas de la zona? —se ríe ante la pregunta— Y las de todo el Este de Madrid. A los delegados cada vez nos tienen más presionados porque las ventas se están yendo por el desagüe.

—¿No dicen que los veterinarios tienen cada vez más trabajo?

—Sí, pero no les dejan dar a ellos los medicamentos y los tienen que recetar para las farmacias. Un despropósito porque nosotros nos quedamos sin trabajo; aun sabiendo que sus prescripciones no nos computan, la empresa nos obliga a visitarlos y tratarlos como a médicos, con sus promociones, sus regalos y todo eso. Es muy frustrante.

Continuará

Accede aquí a la serie completa de capítulos.

Artículos relacionados

EL ECG DEL MES

Participa en el reto cardiológico que te planteamos cada mes.

Encabezado el ECG del mes

Más Popular

Scroll al inicio

¿Quiéres recibir Balto en tu correo?

¿Quiéres recibir Balto en tu correo?

cropped AF Balto logo azul.png
Esta web ofrece contenido técnico. ¿Es usted veterinario/a?
Informativo para veterinarios especializados en animales de compañía