Capítulo 6 – Diagnóstico: asesinato

Ha aparecido otro cadáver de un veterinario, esta vez, en plena calle y, aparentemente, intoxicado. Parece que recibió un pedido antes de morir, y el distribuidor ya lo conocíamos. ¿Tendrá algo que ver?
DaniCarazo
Dani Carazo

Daniel Carazo
Veterinario
Wecan La Colina

Esta vez el cadáver no está dentro la clínica veterinaria, sino en plena calle, a un par de manzanas del lugar de trabajo de Javier Delgado, conocido veterinario de Canillejas que, igual que los anteriores, estaba inmerso en un litigio con Presvet.

—Lo han encontrado a media mañana los de la basura —explica a Leire el policía que la recibe—. Dice la forense que se había escondido ahí para vomitar, y se desplomó —señala un hueco entre dos contenedores de basura—, por eso no lo ha visto nadie antes.

El fallecido está difícilmente tumbado entre un montón de cartones y se aprecian fácilmente los restos, ya secos, del abundante contenido digestivo expulsado antes de morir. Pero lo que llama más la atención es la camiseta del Atlético de Madrid con la que va vestido.

—Iría al partido de anoche—sigue el agente—. Tiene cerca el estadio y es conocido por su afición.

Leire intenta inútilmente obtener más datos del cadáver hasta que otra voz a su espalda la interrumpe.

—¿Quieres hacer mi trabajo, inspectora?

Una mujer joven, vestida elegantemente con traje de chaqueta, espera a que Leire se dé la vuelta.

—Itziar —la mujer se presenta tendiéndole la mano—, soy la forense encargada de tu caso.

La inspectora le estrecha la mano y aprovecha para, de manera algo brusca, pedirle más información a la profesional. Necesita con urgencia saber el motivo de tres muertes tan parecidas.

—De este poco te puedo decir —responde con paciencia la forense—, me lo llevo en cuanto me deje el juez. De los otros dos… estamos esperando todavía unas pruebas.

La pausa no pasa desapercibida para una entrenada Leire.

—¿Qué sospecháis?

—Algún tipo de intoxicación… incluso de veneno por lo rápido de la acción. Los síntomas son claros: vómitos agudos y muerte por parálisis muscular que termina en parada cardiorrespiratoria. Nada más. Tiene que ser algo que hayan ingerido, pero todavía no sabemos qué. A ver este qué nos dice—añade señalando al tercer veterinario muerto.

Dejando que la forense termine su trabajo, la inspectora se desplaza hasta la cercana clínica veterinaria Canillejas. Ha quedado allí con Lucía, la agente que la ayuda, para que le dé el parte del análisis de las cámaras de seguridad de la zona. En el local sanitario todo parece normal. Por la mañana han empezado a trabajar con total normalidad y declaran que la noche anterior Javier salió el último de allí, y efectivamente con prisa para llegar al partido de Champions.

—Se cabreó con nosotras porque tuvo que colocar un pedido que llegó a última hora —declara una de las auxiliares que están atendiendo a Leire.

Una nueva posibilidad se abre en la mente de la inspectora.

—¿De qué era ese pedido?

—Viene de todo, medicamentos y piensos. Solemos pedir todo a la misma empresa.

La inspectora pide ver el albarán y comprueba, comparando con las fotos que sacó en la clínica veterinaria Peludos, que es el mismo distribuidor en los dos casos. Justo en ese momento llega a la clínica Lucía con las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona.

—Tenemos trabajo —apura la inspectora—. Vamos a ver con el equipo de esta clínica esas imágenes, a ver si nos identifican a alguien y comparamos con las que tenemos de las otras dos clínicas.

Continuará

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