El burnout: cuando el cuerpo pide parar

Este artículo trata una faceta del síndrome del burnout y su prevención quizás poco conocida y descrita: la de la importancia de conectar con el cuerpo en el trabajo. Expone lo que es el cuerpo sentido, más allá del cuerpo funcional, y cómo la consciencia corporal puede ayudar a detectar señales de un desequilibrio en la salud para poder iniciar un cambio.
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Imagen 1. El burnout conoce varias definiciones. Quizás la más aceptada es la de Maslach y Jackson (1981), que lo describen como cansancio emocional que lleva a una pérdida de motivación, progresando hacia sentimientos de fracaso. Imagen: iStock 112807433.

Bárbara Anís
Terapeuta psicocorporal. BSc Psicología. Máster en Danza Movimiento Terapia. Especialista en Psicología Psicodinámica y Comunicación no verbal. Directora de Danzosa (danzosa.com). Docente y formadora
Imágenes cedidas por la autora

En italiano existe un proverbio que dice: “Chi va piano, va lontano”. Lo que podríamos traducir como: “Quien va lento, va lejos”. A veces también se escucha una versión algo más cínica del mismo proverbio: “Chi va piano, va lontano, ma non arriva mai.” Que sería: “Quien va lento, llega lejos, pero no llega nunca”.

Parece que ir a un ritmo algo más pausado conlleva la consecuencia de no llegar. En un contexto laboral, se traduciría a no poder cumplir con todo lo que hay que hacer en un tiempo determinado, a pesar de los múltiples esfuerzos e intentos. Sentir una presión real que se amplifica a través de las propias creencias y emociones. Esta sensación de necesitar ir más lento, pero de no poder, es una de las claves que fomenta el estrés.

Definiendo el estrés

El estrés se entiende desde tres factores distintos: el estímulo estresante, la percepción subjetiva y las características fisiológicas (Morrison y Bennett, 2008). Existe un nivel de estrés moderado que lleva a un rendimiento óptimo (Amigo-Vázquez y González-Roz, 2023). Cuando este nivel se convierte en algo negativo, se cumplen uno o varios de los siguientes parámetros: la demanda es muy grande e intensa; ocurre muy a menudo; dura en el tiempo. Este estado negativo desequilibra la salud psíquica y física y aumenta la vulnerabilidad de un ser vivo. Dentro del continuo entre la salud y la enfermedad, nos acercamos más a la enfermedad.

El estrés se manifiesta a un nivel muy físico y emocional. Se quiere mencionar solo algunos ejemplos aquí como tensiones musculares, alteraciones en el sueño y/o apetito, cansancio, dolores, cambios de humor, sentimientos como tristeza, ira o frustración, sin ir a malestares mayores.

Esta sensación de estrés constante en el sitio de trabajo que continúa, aunque el estresor ya no esté presente, puede convertirse en un burnout, también llamado el síndrome de quemarse en el trabajo.

Dado que existen numerosos estudios y artículos sobre el burnout, tanto en veterinaria como en otras profesiones, donde el cuidado de otro ser vivo es nuclear, este artículo llega a una faceta del síndrome del burnout y su prevención quizás menos conocida y descrita: la de la importancia de conectar con el cuerpo en el trabajo. Se desarrollará lo que es el cuerpo sentido, más allá del cuerpo funcional, y cómo la consciencia corporal puede ayudar a detectar señales de un desequilibrio en la salud para poder iniciar un cambio.

Se ubicará brevemente el síndrome del burnout a través de un mini recorrido por los términos técnicos y por la definición existente, para llegar a la famosa frase de la neurocientífica Nazareth Castellanos: “El cuerpo sabe lo que la mente aún no se ha dado cuenta”.

¿Qué es el burnout?

El burnout conoce varias definiciones. Quizás la más aceptada es la de Maslach y Jackson (1981), que lo describen como cansancio emocional que lleva a una pérdida de motivación, progresando hacia sentimientos de fracaso. Según estas autoras, el burnout se divide en tres dimensiones: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal.

  • Según Maslach (2009) el agotamiento emocional hace referencia a la parte del estrés básico individual. La persona se siente vacía, con debilidad y agotamiento frente a las exigencias laborales y sin recursos emocionales y físicos para enfrentar la rutina laboral. Se trata de una sensación constante de “esto es demasiado, no puedo”, y los factores principales de este agotamiento son la sobrecarga laboral y el conflicto personal en el trabajo.
  • La misma autora describe la despersonalización como el factor interpersonal del burnout, que se desarrolla como respuesta al cansancio emocional y se traduce en irritabilidad, actitudes negativas hacia el trabajo y una interacción personal más fría en el contexto laboral. La calidad del trabajo realizado puede verse afectada.
  • La tercera dimensión del síndrome del burnout, Maslach la define como el factor de la autoevaluación del síndrome. La persona aprecia el trabajo como algo negativo y duda de las propias habilidades. Puede sentir incompetencia, falta de productividad y logros y menos autoeficacia, donde entran en juego también los recursos de trabajo, la falta de apoyo social y de posibilidades del desarrollo profesional. La persona afectada se está preguntando si quizás este es el trabajo adecuado o si lo debería dejar.

Ejemplos de estudios sobre el burnout en veterinaria

Ya en el año 2019, Núria Tabares y Maren Navarro llevaron a cabo un estudio sobre el burnout, con una muestra de 170 veterinarios y ATV. Para su aplicación se han añadido dos ítems nuevos que se refieren únicamente a los pacientes (mascotas).

Estudios más recientes como el de Hernández-Esteve, Zumbado y Henríquez-Hernández (2024) sobre el burnout en veterinaria hacen hincapié en la urgente necesidad de intervenciones para la compleja interrelación entre el burnout, la salud mental y factores demográficos en la veterinaria.

Otro estudio reciente apoya la realidad de la prevalencia en el sector veterinario, que es más alta en clínicos del sector de animales pequeños y en mujeres (San Martín-González et al., 2023).

Esta pequeña selección sirve solo para enmarcar el burnout en veterinaria en un contexto de investigación reciente, lógicamente sin pretender ser exhaustiva.

Entonces, el burnout no es un trastorno mental, sino una respuesta al estrés crónico laboral, que tiene una parte subjetiva y otra colectiva.

Profesionales que cuidan

La veterinaria es uno de estos oficios que se compone de profesionales vocacionales con un alto grado de compromiso e identificación con su profesión. Los veterinarios cuidan de animales que se encuentran en un momento crítico y vulnerable. A la vez atienden a sus tutores en estas situaciones delicadas. Se enfrentan con el sufrimiento, el dolor y la muerte que contribuye al desgaste emocional propio. Son sanitarios no reconocidos como tal, cuando contribuyen de manera importante al concepto de One Health.

Los horarios de trabajo tienen difícil compatibilidad con la vida personal. Temas actuales como la entrada de los grupos de inversión en el sector, la falta de libertad en la prescripción de medicamentos y un control excesivo de las administraciones que conlleva un riesgo elevado de sufrir sanciones económicas graves, aumentan la complejidad de ejercer. Puede conducir a una sentida falta de reconocimiento y de respeto a la profesionalidad que genera aún más sentimientos de miedo, rabia e impotencia. La ansiedad disfraza a menudo el miedo o la ira que están detrás.

Es una profesión que no solo exige un conocimiento técnico amplio, que se tiene que renovar constantemente, sino que requiere de habilidades socio-emocionales y – conociendo los hechos documentados sobre el estrés y el burnout – de relacionarse con y conocerse a través del propio Yo para no quemarse.

Antes de entrar en las posibilidades de prevención que ofrece el propio cuerpo, se quiere mencionar algo importante al respecto, hablando de los profesionales de la veterinaria: en el fondo, tienen una gran ventaja para servirse de herramientas de inteligencia emocional, del lenguaje no verbal, de la empatía y de saber leer señales emocionales que emite el propio cuerpo. Los veterinarios y ATV están acostumbrados a relacionarse de esta manera con sus pacientes, ubican, comprenden, tranquilizan y tratan al animal paciente desde esta perspectiva. Se conectan a través de su propio cuerpo y su movimiento con él, de forma orgánica, más allá de las palabras. Ya están entrenados y sensibilizados para ir adentrándose en su propio sentir como persona.

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Los veterinarios se enfrentan con el sufrimiento, el dolor y la muerte que contribuye al desgaste emocional propio. Imagen: iStock 174756567.

La prevención a través del cuerpo

En la prevención del estrés y del burnout, se mencionan tres niveles de intervención: el individual, el grupal y el organizacional/laboral (Tabares y Navarro, 2019).

Dentro de esta última área, una posibilidad viene mencionada ya por Maslach en 2009 y consiste en organizar y fomentar grupos de apoyo entre pares para aliviar el burnout en los empleados, reconociendo el factor colectivo del síndrome.

A nivel individual existen múltiples propuestas para prevenir el burnout: la gestión emocional, llevar una vida saludable (descanso, nutrición), reconocer y poner límites, herramientas de comunicación asertiva, practicar técnicas de relajación y hacer ejercicio físico, entre otras (Buitrago, 2024).

Todas estas propuestas son importantes y válidas para aumentar el autocuidado en este camino de ir corriendo para intentar llegar.

El cuerpo entendido como casa que habitamos, además de proporcionar funcionalidad y bienestar a través del entrenamiento y la actividad diaria, tiene la capacidad de ubicarnos e informarnos sobre cómo nos sentimos y esto también es crucial en la prevención del estrés y del burnout. La palabra “emoción” conlleva la “moción” que, según la RAE, es la “acción de mover o ser movido”. Esta etimología revela una verdad fundamental: las emociones son fuerzas dinámicas que nos mueven, tanto interna como externamente. Las emociones y la fisiología están interrelacionadas. Cuando experimentamos una emoción intensa, como la alegría, el miedo o la ira, es nuestro cuerpo que lo manifiesta de manera palpable y medible.

El neurocientífico y médico Antonio Damasio habla de “marcadores somáticos” (1995), haciendo hincapié en que las emociones se manifiestan corporalmente y provocan un cambio fisiológico/muscular que podemos sentir y que nos hace tomar decisiones, muchas veces de manera inconsciente. Esto significa que nuestras emociones no solo nos señalan cómo nos sentimos, sino que también guían nuestras acciones de manera profunda e invisible. Acciones que sí se manifiestan hacia el exterior o hacia la propia persona, y, volviendo al burnout, pueden causar daño a nivel intra e interpersonal.

Así que, en este camino de ir corriendo para intentar llegar, quizás hace falta alguna parada para no perderse la voz de este gran aliado en nuestra salud. Comprenderse a través del cuerpo sentido, es decir, a través de las emociones que se manifiestan corporalmente, dándonos «pistas» útiles, permite estructurarnos y sostenernos.

La conexión y consciencia corporal

Existen cuestionarios estandarizados sobre la conexión y la consciencia corporal que aclaran algo más qué es eso de sentir el cuerpo como aliado.

La escala de conexión corporal (Scale of Body Connection, SBC) en su versión adaptada al español (Quezada-Berumen et al., 2014), contiene ítems como los siguientes:

  • Si hay una tensión en mi cuerpo, soy consciente de esa tensión.
  • Noto que no respiro profundamente cuando estoy nervioso(a).
  • Siento que mi cuerpo se congela, como si estuviera adormecido, durante situaciones incómodas.
  • Me doy cuenta de cómo mi cuerpo cambia cuando estoy enfadado(a).
  • Tengo en cuenta las señales de mi cuerpo para entender cómo me siento.
  • Cuando me siento físicamente incomodado(a), pienso qué puede haber causado esa incomodidad.
  • Escucho la información de mi cuerpo acerca de mi estado emocional.
  • Cuando estoy estresado(a), noto el estrés en mi cuerpo.
  • Cuando estoy tenso(a), presto atención a dónde se concentra la tensión en mi cuerpo.
  • El cuestionario de la Consciencia corporal (Body Awareness Questionnaire, SQA), explora ítems como los siguientes (Shields, Mallory y Simon, 1989):
  • Noto diferencias en cómo mi cuerpo reacciona a comida distinta.
  • Sé de antemano cuando voy a tener gripe.
  • Sé distinguir entre el cansancio por hambre y el cansancio por falta de sueño.
  • Soy consciente de un ciclo en mi nivel de actividad a lo largo del día.
  • En cuanto me despierto por la mañana, sé cuánta energía tendré durante el día.
  • Cuando me acuesto, sé lo bien que voy a dormir esa noche.
  • Noto distintas reacciones corporales cuando estoy fatigado.
  • Noto reacciones corporales concretas ante los cambios de tiempo.
  • Cuando mis hábitos de ejercicio cambian, puedo predecir con mucha exactitud cómo afectará eso a mi nivel de energía.

Estos cuestionarios se usan en estudios sobre la relación entre el estrés o el burnout y el cuerpo como posibilidad de aumentar esta atención mediante un trabajo específico corporal. Se hacen más conscientes estas señales a través de la unión cuerpo-mente, pero empezando por el cuerpo. Según Caldwell (2018), se podría llamar también bodyfulness, poniendo en valor la experiencia corporal que luego sí se hace del todo consciente incluyendo la mente y las palabras. En este sentido sería no tanto “hablar sobre algo” (más enfoque mental) sino “hablar de algo” (más enfoque emocional-corporal).

Se trata de un entrenamiento como ir al gimnasio para aumentar la masa muscular. Estar más conectados con el propio cuerpo requiere ralentizar el ritmo de vez en cuando en la rutina diaria profesional: es una parada de conexión corporal para entrar a un dialogo interno: ¿Qué siento? ¿Dónde lo siento, qué hace conmigo? Se trata de la disposición de quedarse en el cuerpo, a pesar de la intensidad que puede conllevar. Esta sensación también se llama embodiment, y habla de incorporar estas experiencias.

La aceptación del malestar y la dificultad representa a menudo el primer paso para introducir un cambio en la prevención del estrés o del burnout. Existen múltiples estudios sobre este tipo de trabajo corporal que se han llevado a cabo en otras profesiones que tienen el cuidado de un ser vivo en su punto de atención, como por ejemplo en profesionales de otras ramas de la salud o en profesionales de la educación.

Un estudio que se llevó a cabo con profesionales de un centro penitenciario sobre la prevención del burnout a través de la consciencia corporal demuestra resultados prometedores. La metáfora del camino, incluyendo el concepto de ir más lento para llegar más lejos, respectivamente para llegar sin tanto estrés, se ve cumplida: en uno de los talleres, se experimentó la lentitud de los movimientos hasta poder parar, y este sencillo ejercicio permitió́ visualizar situaciones laborales en las que es imprescindible detenerse para iniciar un cambio (García, Aenishänslin y Rodríguez-Jiménez, 2022).

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Las emociones son fuerzas dinámicas que nos mueven, tanto interna como externamente. Las emociones y la fisiología están interrelacionadas. Cuando experimentamos una emoción intensa, como la alegría, el miedo o la ira, es nuestro cuerpo que lo manifiesta de manera palpable y medible. Imagen: iStock 135413029.

Darle cuerpo al cambio

Esta manera de darle cuerpo al cambio significa entonces que el cambio a un manejo mayor del estrés y prevención del burnout no es solo una cuestión de voluntad o de pensamiento; también es una cuestión de cuerpo.

La postura corporal y el movimiento pueden afectar a nuestro estado de ánimo y a nuestros niveles de estrés. Se quiere mencionar una charla TED (2016) al respecto, donde la psicóloga Amy Cuddy habla de las “posturas del poder” y cómo modifican los niveles cerebrales de testosterona y cortisol. Con “posturas de poder” se refiere a una presencia corporal que demuestra seguridad y autoconfianza, aunque se note inseguridad mientras se realiza. Según Cuddy, el cuerpo de un humano, como en general de todo el reino animal, inconscientemente se expande, se hace más grande al tomar más espacio cuando se siente poderoso. En otras palabras, aumenta su kinesfera personal.

Otro ejemplo de investigación con respecto a la postura corporal es el siguiente: mantener una postura erguida y expansiva puede aumentar la autoconfianza y la sensación subjetiva de felicidad. Por otro lado, una postura encorvada y cerrada puede aumentar los sentimientos de tristeza y ansiedad. Dos universidades alemanas investigaron en el año 2014 el impacto del encorvamiento sobre la memoria y los sesgos de la percepción y mostraron que aquellas personas con una postura encorvada recordaron menos palabras de un texto leído y retuvieron en mayor cantidad las palabras con un tono negativo (Castellanos, 2022).

Esto sugiere que trabajar con el cuerpo y darse cuenta de la propia postura, mímica y gestos, es útil para aliviar los síntomas emocionales y la reducción del estrés. Además, fomenta una comunicación no verbal adecuada.

Desarrollar una mayor conexión y consciencia corporal y trabajar con el cuerpo sentido de manera intencional, facilita el proceso de transformación personal y sistémico, entendiendo el cuerpo como agente activo en el proceso de cambio. Permite gestionar nuestras emociones más efectivamente y tomar decisiones más alineadas con nuestras verdaderas necesidades para trabajar y vivir de manera más plena. Cerrando el círculo, el proverbio del principio de este artículo quizás se quedaría en: “Quien sabe parar de vez en cuando para escuchar al cuerpo, llega de forma más sana.” Y que se hace camino al andar… honrando que en cada paso que se da, hay un objetivo cumplido para seguir con curiosidad a descubrir más. Cuidándose los profesionales de esta forma, tanto individualmente como colectivamente, también se beneficia quien está en el centro de la atención en una clínica veterinaria: el paciente.

Bibliografía:

  1. Caldwell, C. (2018). Bodyfulness. Somatic Practices for Presence, empowement, and Waking Up in This Life. Boulder. Shambala Publications.
  2. Castellanos, N. (2022). Neurociencia del cuerpo. Cómo el organismo esculpe el cerebro. Barcelona. Editorial Kairós.
  3. Cuddy, A. (2016). Como el lenguaje corporal moldea nuestra identidad. Charla Ted. Recuperado de: Charla Ted Amy Cuddy on subtítulos
  4. Damasio, A. (1995). El error de Descartes. La emoción, la razón y el cerebro humano. Barcelona: Editorial Planeta.
  5. García-Callado, L., Aenishänslin, B., Rodríguez-Jimenez, R. (2022). Desde dentro: bailando entre el burnout y el engagement en un centro penitenciario. Revista Española de Sanidad Penitenciaria, 24(2), 50-58.
  6. Hernández-Esteve, I., Zumbado, M., y Henríquez-Hernández, L.A. (2024). Burnout and mental health among veterinarians: The role of self-compassion and associated risk factors. First published: 18 December 2024.
  7. https://doi.org/10.1002/vetr.4960
  8. Maslach C. 2009. Comprendiendo el Burnout. Cienc Trab. Abr-Jun, 11(32): 37-43.
  9. Maslach, C., y Jackson, S. E. (1981). The measurement of experienced burnout. Journal of Occupational Behaviour, 2, 99-113
  10. Maslach C., y Jackson S.E. (1986). The Maslach Burnout Inventory. Palo Alto (CA): Consulting Psychologist Press.
  11. Morrison, B. y Bennett, P. (2008). Psicología de la salud. Pearson.
  12. Oscar J. Buitrago E. (2024). Síndrome de burnout y Fatiga por compasión en Médicos Veterinarios. Recuperado de: https://pensamientoanimal.org/author/kammusb/
  13. San Martin-González, A., San Martin-González, P., Miguez-Santiyán, M.P., rodríguez-Soler, F., Pérez-López, M. (2023). Prevalence of burnout syndrome among veterinarians in Spain. Avma Publications, 261(5).
  14. https://doi.org/10.2460/javma.22.09.0407
  15. Shields, S.A., Mallory, M.E., y Simon, A. (1989). The Body Awareness Questionnaire: Reliability and validity. Journal of Personality Assessment, 53, 802-815.
  16. Tabares, N. y Navarro, M. (2019) Estudio sobre el cansancio emocional y el síndrome de burnout en veterinarios. Recuperado de: Argos 213_Estudio sobre el cansancio emocional y el síndrome de burnout en veterinarios
  17. Quezada-Berumen, L.D.C., González-Ramírez, M.T., Cebolla, A., Soler, J., García-Campayo, J. (2014). Body awareness and mindfulness: Validation of the Spanish version of the Scale of Body Connection. Actas Españolas Psiquiatría,42(2):57-67.

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