Núria Tabares Rivero
CEO de Ainimalia. Consultora en marketing y gestión del talento.
Como veterinarios dedicados a la medicina de animales de compañía, nuestra labor diaria exige combinar ciencia, experiencia clínica e intuición, todo bajo la presión del tiempo y las expectativas de los tutores. En este escenario, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa del futuro para convertirse en una herramienta real que empieza a transformar nuestras clínicas.
Este artículo es una invitación a conocer cómo la IA ya está presente en la práctica veterinaria. Desde la interpretación de imágenes y pruebas de laboratorio, hasta la recogida de anamnesis y la gestión administrativa, repasamos aplicaciones concretas que están ayudando a optimizar nuestro trabajo clínico. También abordamos sus beneficios, los retos que conlleva su implementación y las implicaciones éticas que no podemos pasar por alto.
Beneficios de la IA en el diagnóstico veterinario
La inteligencia artificial no solo puede transformar la manera en que se interpretan datos clínicos, sino que también está mejorando la experiencia global dentro de la consulta. Uno de los principales beneficios es la capacidad para analizar pruebas con rapidez y precisión, lo que permite tomar decisiones diagnósticas más seguras y fundamentadas. Gracias al análisis automatizado, es posible detectar patrones que en fases tempranas podrían pasar desapercibidos, lo que facilita diagnósticos más precoces e instaurar tratamientos más eficaces o en fases iniciales de enfermedad.
Herramientas de IA destacadas en veterinaria
Existen diversas soluciones basadas en inteligencia artificial que están siendo incorporadas en la práctica clínica. Estas herramientas abarcan desde el análisis de imágenes hasta el procesamiento de datos clínicos, cada una diseñada para facilitar tareas específicas del flujo de trabajo veterinario. Algunas se enfocan en el diagnóstico por imagen, otras en la interpretación de pruebas de laboratorio, y otras en la documentación y recogida de información previa a la consulta.
A continuación, vamos a ver algunas de sus utilidades del uso de la inteligencia artificial para veterinarios.
Análisis de imágenes médicas
Interpretar radiografías o ecografías puede ser un desafío, especialmente cuando no contamos en nuestro centro con un especialista en radiología veterinaria que valide el diagnóstico de un generalista. Aquí es donde la IA marca la diferencia. Existen plataformas basadas en inteligencia artificial que analizan imágenes radiográficas y generan informes diagnósticos en cuestión de minutos. En clínicas con alta rotación de pacientes, esta tecnología me consta que ha supuesto un cambio importante: aumenta la confianza diagnóstica, agiliza la atención en urgencias y permite contar con una segunda opinión cuando más se necesita.
Por otro lado, ya hay aparatos de radiografía que mejoran el posicionamiento, ya que no dejan disparar sin que el paciente esté bien posicionado y orientan al clínico en todo momento. Esto evita hacer un número mayor de radiografías que luego desechamos para el diagnóstico por mal posicionamiento, además de reducir el riesgo por exposiciones innecesarias.
Interpretación de datos de laboratorio
Cuando la carga asistencial es alta o los casos clínicos se complican, la interpretación de analíticas puede convertirse en un cuello de botella, sobre todo en analíticas complicadas como son los casos de oncología o endocrinología. Algunos laboratorios de referencia ya incorporan IA para ofrecer informes más completos y rápidos. Además, existen plataformas de procesamiento de lenguaje natural que permiten introducir los resultados de una analítica y recibir sugerencias de diagnósticos presuntivos según el cuadro clínico.
Monitorización del comportamiento animal
Los cambios sutiles en el comportamiento de nuestros pacientes suelen ser señales tempranas de enfermedad. Sin embargo, fuera de la clínica es difícil hacer un seguimiento constante. Gracias a dispositivos inteligentes como collares con sensores, ahora es posible monitorizar actividad, descanso, ingestión y otros parámetros en tiempo real.
Pongamos un ejemplo: en un centro veterinario, se detectó dolor crónico en un perro geriátrico gracias a los datos de su collar, que mostraban patrones inusuales de actividad nocturna. Además, el uso de un arnés inteligente permitió monitorizar de forma remota su frecuencia cardiaca, respiratoria y otros parámetros fisiológicos clave. Esta información permitió al equipo clínico valorar tanto una posible artrosis como signos de disfunción cognitiva, lo que facilitó un abordaje más completo del caso y una mejora notable en su calidad de vida.
Asistentes virtuales y documentación clínica
El tiempo que dedicamos a escribir historias clínicas o a recopilar datos podría usarse mejor en la atención directa al paciente. Por eso, herramientas como asistentes virtuales pueden ayudar a recoger la anamnesis a través de un cuestionario online que el tutor puede completar antes de la consulta.
Esto no solo ahorra tiempo, sino que también mejora la calidad de la información con la que iniciamos cada caso.
Desafíos en la implementación de la IA
Aunque las ventajas son muchas, adoptar la IA conlleva retos. Uno de ellos es la calidad de los datos con los que se entrenan los algoritmos. Si las bases de datos no incluyen suficiente diversidad de especies, razas o condiciones clínicas, los resultados pueden ser sesgados o poco fiables; es por ello que en algunas especialidades será más costosa la entrada de la IA, como puede ser el caso de la oftalmología, que necesita fotos de gran calidad tanto de la córnea como del fondo del ojo.
También hay que considerar la curva de aprendizaje por parte de todo el equipo del centro veterinario: integrar estas herramientas en el día a día requiere formación y tiempo. Superar la resistencia al cambio es parte del proceso de digitalización.
Por último, pero no menos importante, están las implicaciones éticas. Como ya se ha comentado en artículos de revistas anteriores, no podemos olvidar la cuestión de la responsabilidad profesional. ¿Qué ocurre si un diagnóstico automatizado es incorrecto? La IA debe entenderse como una ayuda, no como un sustituto del juicio clínico. El veterinario sigue siendo el responsable final del diagnóstico y tratamiento.
Además, en un futuro no muy lejano, el análisis de los datos recogidos a través de estas herramientas permitirá realizar evaluaciones de prevalencia de enfermedades con mayor precisión. Incluso podrían descubrirse nuevos patrones de presentación clínica, abriendo la puerta a diagnósticos más tempranos y personalizados. La inteligencia artificial no solo mejora el presente, sino que está sentando las bases para una medicina veterinaria más predictiva y basada en datos.
En general, la IA puede ser una herramienta valiosa para los veterinarios. Puede ayudarles a diagnosticar enfermedades de forma más rápida y precisa, a ahorrar tiempo y a proporcionar una mejor atención a los pacientes.
No hay que tener miedo a la inteligencia artificial: solo debemos abrirnos a adoptarla con criterio, formación continua y responsabilidad.